Mala, mala. Descarada e indolente, pero muy divertida. Así es el nuevo rol que encarna María José Prieto en la teleserie de Chilevisión, “Mala Conducta”. Un tipo de personaje que jamás había hecho y que sólo demuestra que su histrionismo es absoluto y que cada día se consagra más como actriz.
María José está fascinada con su nuevo rol. Claramente se está divirtiendo muchísimo. “Soy una yegua... Arrogante, prepotente y muy arribista. Lo único que busco es la plata”, advierte. Y comenta que lo mejor de este nuevo papel es que está enfocado desde el punto de vista de la comedia: “Me van a odiar, pero se van a reír mucho conmigo. Estoy jugando más, lo estoy pasando súper bien. Creo que muchas personas se van a sentir identificadas con esta teleserie, porque es un fiel reflejo de la sociedad chilena, aquí no hay nada de ficción”.
Charm es lo que le sobra a María José Prieto. Sensualidad y belleza, también. No por nada hoy no sólo es rostro de una multitienda, sino cara segura de las páginas sociales de las revistas. Todos la quieren fotografiar, porque en ella se mezclan la inocencia y la dulzura con un toque sexy que no deja a nadie impávido.
Acaba de cumplir 31 y sólo se ríe cuando le comento que la crisis es a su edad y no a los 30 como se cree. Está feliz y radiante, en gran parte porque su relación con Cristián Campos va “viento en popa”, como también porque hoy descubrió un sentido social para su profesión. Eso es algo que buscó por mucho tiempo y que se le acentuó aún más cuando se involucró en el yoga. “¿Sabías que el trabajo del actor activa el sistema neuroendocrino, provocando una secreción de hormonas que también desestresan y provocan un cambio en las personas...?”.
“El yoga me equilibra”
–¿Quién te enseñó que el trabajo actoral ayuda a las personas?
–Un doctor me lo explicó muy científicamente y eso también me ayudó en mi labor profesional, porque estaba inquieta por cuál era mi rol social como actriz. A veces sentía que mi aporte era precario, que era individualista y muy egoísta. En cambio, con el yoga sentí que podía hacer un aporte social más grande, menos egótico.
“Después de hablar con este doctor, entendí mejor las cosas. Me encanta la actuación, pero yo necesito ese porqué de las cosas. Lo mismo me pasa con la política. ¿Por qué no dejan las peleas tontas y rutinarias, que a nadie le importan y de una vez por todas unen fuerzas? Creo que debemos luchar por un bien común y dejar atrás el pasado histórico; sin olvidarlo, pero ya está bueno... Creo que hay que ver lo que la gente necesita realmente… El tema ecológico es importante. No puede ser que venga Robert Kennedy a Chile a proteger nuestra Patagonia con el tema de las represas... Nosotros tenemos que hacernos responsables, proteger nuestro país. También debemos incentivar a los jóvenes a que se inscriban en el registro electoral para elegir a la persona que el día de mañana tendrá a su cargo definir las prioridades que tenemos como nación. Barack Obama lo está haciendo en Estados Unidos. Acá falta mucho. Somos todos tan irresponsables en temas como el calentamiento global. Tenemos muy poca visión de futuro y el calentamiento va a afectar mucho a Chile. Hay poca conciencia de eso”.
Al hablar de estos temas lo hace de manera tan seria, que deja entrever un poco de angustia. La verdad es que sorprende, quizás porque existe el prejuicio de que las figuras de la televisión suelen ser bastante frívolas.
–Encontrarle sentido a tu trabajo como actriz, ¿fue un alivio?
–Sí, un alivio. Necesitaba encontrarle ese sentido, sobre todo que llevo nueve años en este oficio.
A la Jose le encanta estudiar. Viaja después de cada teleserie y toma cursos de lo que sea: actuación, acrobacia, yoga... “Me encanta estar aprendiendo. Tanto en la actuación como en el yoga, nunca dejar de aprender... “.
–¿Por qué apostaste por Chilevisión?
–Primero fue porque la Coca Gómez (guionista), me empezó a tentar con formar un área dramática y, como me gustan los desafíos, lo tomé. Me gusta partir de cero, formar equipos y es una gran propuesta que se consolide esta nueva área dramática.
“Vivir con 10” fue como una teleserie de culto. Así lo considera María José: “Igual la gente perdonó errores, como lo precario de la escenografía. Ahora la teleserie, en todos sus detalles, está mucho mejor”.
El segundo semestre del año pasado, luego de terminar “Vivir con 10”, ella partió a Francia a hacer unos cursos de yoga, acompañada de Cristián. También estuvo en Washington y en España. “Siempre necesito irme, empaparme de otras cosas, estar sola, tener tiempo para leer. La verdad es que necesito la soledad y el ocio”.
–¿Cómo llegaste al yoga y a convertirte en profesora?
–Por Cristián. El siempre me decía que tenía que hacer yoga, pero yo tenía muchos prejuicios. Cuando fui a la primera clase, me di cuenta de que estaba completamente equivocada. Imagínate que ahora me llamó una mujer de Iquique para que les organizara un programa, con tal de lograr así un momento de conexión de los mineros y sus hijos. Y me encanta que sea un aporte. Hoy tengo familias enteras que van a mis clases o papás con sus hijas y me comentan que el yoga es el momento en que se reúnen los dos. Me encanta que exista esta instancia única y maravillosa para unir y compartir. El yoga me equilibra. Salgo de clases y ya estoy en otro estado. Me siento aportando.
–¿Qué proyectos tienes para este año?
–Tengo unos proyectos de teatro en stand by. La verdad es que, si no hay uno que me vuelva loca, no lo voy a hacer, porque el ritmo de grabaciones de esta teleserie es de locos. Entonces, la obra debe revolverme la guata y el corazón para decidirme a hacerla.
Comenta que tiene también otros planes, pero de los que prefiere no contar nada hasta que resulten. De hecho, participó en un corto cinematográfico, pero del que evita dar detalles. Asegura que es una sorpresa.
–¿Qué te pareció la actuación de tu hermana Angela en la teleserie de Mega?
–Me encantó. Tuvo un crecimiento impactante. En su primera teleserie, mostró mucho ángel, carácter, fuerza, empatía y rigor, todo lo que una actriz necesita.
“Cristián me volvió a sorprender”
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Con Cristián Campos volvió hace un año y obviamente se rehúsa a dar detalles. Se conocieron el 2001, cuando ella tenía 23 años. Tienen 20 de diferencia.
–¿Te asusta la diferencia de edad?
–Me asusta, pero me gusta. Veinte años no es nada. Jamás pensé estar con un hombre mayor, pero cuando uno escupe al cielo, te llega en la cara. Piensa que yo tampoco quería que fuera actor. Dicho y hecho.
–Bueno se reencontraron... ¿esto fue con más certeza?
–(Se mata de la risa y trata de evadir). Fue un reencuentro con más certeza.
–¿Las personas cambian?
–Sí, porque cuando la disposición es otra y los proyectos se unen, existen los cambios para que las relaciones mejoren. Y así ha sido. Hoy caminamos juntos, aunque soy de la teoría de que uno nunca puede perder la independencia. A mí me gusta mucho vivir sola y creo que los períodos de soledad por los que pasamos antes de volver, sirvieron para conocernos cada uno a nosotros mismos y ver lo que queríamos.
–Cuando te entrevisté el 2006, tuve la sensación que la ruptura de ustedes era definitiva.
–Sí, así era, pero Cristián me volvió a sorprender.
–¿Ayudó el hecho de que estuviera fuera de Chile?
–Sí, creo que era bueno para Cristián irse, no estancarse y seguir en lo mismo. Creo que es muy importante reinventarse, y no sólo lo digo por Cristián, sino por mí también, quizás por lo mismo me fui del Canal 13 después de cinco años... A veces las relaciones en equipo se vician un poco y las nuevas parten con más fuerza.
–O sea, la partida de Cristián claramente le dio una fuerza nueva a la relación.
–Absolutamente, y estoy muy contenta.
–¿En lo cotidiano, les influye la distancia?
–No me provoca angustia; al contrario, mucha paz.
–Pero ésta no es la realidad. Vas a tener que saber vivir con él...
–Todo el rato… Hay distintas formas de vivir la vida en pareja y a mí me gusta sin esa absorción, sin esa posesión que liquida. Tiene que haber espacio para el misterio y la incertidumbre, que es horrorosa cuando uno no confía, pero no es mi caso. Creo que esas cosas son parte del enamoramiento y del encantamiento constante.
–¿Estás dispuesta a irte a vivir a Estados Unidos?
–Lo estamos evaluando.
–¿Ha habido una evolución con respecto a la maternidad?
–Antes era no; ahora lo estoy pensando, ya no te digo que no… Eso sí, todavía no miro guaguas en la calle y a mí me dijeron que era clave.
–No es así.
–Yo creo que la maternidad te da un aprendizaje enorme y una visión de la vida completamente distinta. Uno está tan concentrada en sí misma, que tener un hijo involucra dejar de mirarse el ombligo y ser los ojos de esta personita maravillosa que depende ciento por ciento de ti... La verdad es que conlleva un acto de tremenda generosidad que me gustaría vivir.
–¿Cristián quiere tener más hijos?
–El tiene dos y sí quiere tener más.
–O sea que el segundo semestre lo tenemos en jaque...
–Yo vivo el día a día, prefiero no hablar de eso...
–A lo mejor estás esperando que te propongan matrimonio.
–No, eso no. El matrimonio no es lo mío. Desde los 10 años que no sueño con casarme.
–¿Encuentras necesario firmar un papel por un hijo?
–Cómo voy a ventilar esas cosas de mi vida privada en una revista. Omito.
–Igual la distancia engancha más. A uno como que le dan ganas de ser testigo...
–Tengo el plus de que me gusta viajar, así es que voy harto.
–Dada tu historia familiar, ¿te ha sido fácil perdonar?
–Para eso hago yoga: para trabajar la compasión y el perdón. Las cosas no se olvidan, pero uno aprende a vivir con ello. Cuando aprendes eso, te das cuenta de que depende sólo de ti. Mediante la ley de la atracción, la energía con la que te conectas te transforma y cambia también lo que proyectas, entonces los sentimientos de rencor desaparecen. Uno se sana y eso es lo que importa. Hoy la sociedad está súper violenta, es cosa de ver las noticias. Por eso, debemos dar prioridad a los temas importantes, más que a los urgentes: como la familia, la educación, la ecología. Llegó el momento de tomar conciencia.
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